martes, 1 de marzo de 2016

"UN HOMBRE EXTRAÑO", Mijail Lermontov

RESEÑA TEATRO

 
"Un hombre extraño", Mijail Lermontov (18141841) - Arranca la obra con agitadas turbulencias en distintos corazones. Vladimir, el hijo, escudriñador morboso de sus propios sentimientos y por ello infeliz. Paviel Grigorovich, el padre, separado de su esposa por una remota infidelidad de ésta e impávido ante los ruegos de reconciliación por parte de su hijo. Dos primas enamoradas del joven, una de las cuales declara íntima y secretamente la guerra a la otra. Algún amigo. Y una sociedad que no comprende. A veces, se está tentado de considerar la vida un encadenamiento de errores y torpeza, al menos en su aspecto más visible. Y si los viejos, muchos de ellos, están devorados por la culpa y el remordimiento, los jóvenes, con largos años por delante y a quienes se supone pletóricos de gozo, son tremendamente vulnerables, con el agravante de que su vulnerabilidad sólo los muy avisados o los que han sufrido mucho son capaces de intuir. La inexperiencia y el dolor de la juventud y el alma endurecida de los viejos vienen a ser el tema de esta obra desolada, surgida de las ansias de pureza de un autor que, como sus personajes, sufría del spleen o hastío de la vida. En cierto momento, se dice en la obra de nuestro protagonista: “una inteligencia mordaz y profunda al mismo tiempo; deseos que no tienen límites y carácter variable”. Y ninguna guía, añadiríamos nosotros. En ocasiones, la obra anuncia lo que va a ser el escritor; en otras, es expresión de su biografía. Este drama romántico, como él mismo se define, habla aquí del primer supuesto. El sufrimiento, en la vida y en las artes, siempre está de actualidad.



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