jueves, 29 de enero de 2015

LAS SEIS FUENTES DE INSPIRACIÓN Y APRENDIZAJE AL NOVELISTA Y AL ACTOR (lo que tampoco sobra para otras profesiones)

DIMES Y DIRETES

No es tontería decir que tanto novelistas como actores deben ser fundamentalmente estudiosos. Aunque su tipo de estudio no es hincando codos para rendir cuentas en una oposición, sino muy primordialmente dejándose permear por el ambiente, que está a su alrededor a su servicio y casi diríamos que gratis. (Soy consciente de que, en el caso de los actores –para los novelistas, menos–, los imperativos del oficio les exigen frecuentar cócteles, saraos, fiestas para estar en eso que se llama, o se llamaba, ‘la pomada’ y conseguir papeles y contratos, lo que puede distraerles de lo que a continuación se indica.)

Las seis fuentes son:

1)  mismo/a. Eres un amasijo de ideas, nervios y sentimientos contrapuestos. Tu estado de ánimo varía un millón de veces a lo largo del día. Si eres mujer, ni te cuento. Así que ahí, en ti mismo/a tienes un inagotable campo de investigación. Y si por ventura te meten en la cárcel, Dios no lo permita, miel sobre hojuelas, pues sobre la tarea impuesta habrá de añadirse pero que muy entretenida peripecia de la que aprenderás quieras que no.

2)  La gente que te rodea, comenzando por tu propia familia. No me digas que no hay campo. Tu padre, tu madre, tus hermanos/as, tus primos, tíos, abuelos, antepasados, sobre todo aquel del que se habla con sordina, ya sabes a quién me refiero: el bisabuelo Gundemaro, del que todavía, entre sonrojos y risitas ahogadas, se cuentan historias en el pueblo.

3)  El teatro universal, el escrito. Ya sabes: Ibsen, Esquilo, Sófocles y Eurípides, Lope, Chejov, Mihura, toda la tropa…

4)  La novela universal. Balzac, Valera, Dostoyevsky, Dickens… y tantos otros que no pongo aquí porque los doy (ya sé que no) por sobradamente conocidos. 

5)  El cine. Principalmente el clásico y sin olvidar la etapa muda, que algunos consideran el verdadero cine, a continuación del cual declinó el séptimo arte. No les falta algo de razón. En Murnau está todo. Y en Chaplin. Pero vale, condesciendo a que veas el sonoro. Policíaco, del oeste… Que por cierto, tardíamente he descubierto que el ‘cine del oeste’ (y los demás) lo que verdaderamente narra es una historia de amor. ¿No has visto, por ejemplo, ‘Johnny Guitar’? Ya estas tardando. Sin embargo, mucho cuidado con lo actual: te puede desviar de la esencialidad que te deseo; mejor dicho: que te exijo. En no pocas ocasiones, es basura. Ya sé que, por oficio, tendrás que verlo, opinar y, a veces, si tienes suerte, deberás aceptar un papelito, porque al fin y al cabo para eso estás. Tacto y cuidado. Y ya sé que hay cintas memorables en la presente actualidad, que no son precisamente las que te están contando.

6) La Biblia. Sí, la Biblia, qué pasa. La puedes coger y manejar, de momento por fuera y con cuidado: en seguida comprobarás que no produce sarpullidos. Aquí está reflejada la historia universal: la pasada, la presente, la futura. La de la humanidad en su conjunto, la tuya propia, personal e intransferible, como ponían antiguamente en los carnets. Sin olvidar la etapa ultraterrena, que debe gravitar sobre tu presente, pues si no es así, tu vida actual será pobre o errática. Con esto no quiero decir que profeses ningún credo, pero no les seas hostil. En la Biblia, la gente tropieza (peca) innumerables veces. Dios les corrige y perdona siempre. Se arrepienten, hacen penitencia, pero, pasado un tiempo vuelven a caer. Dios planea en todo lo que hacen, a veces de manera visible u ostentosa, otras parece que ha desaparecido y que jamás volverá el pueblo a sentirlo. ¿Hay historia más bonita que la narrada en el libro de Tobías? El padre, justo, piadoso y objeto de la irrisión de sus conciudadanos; la madre, también justa pero regañona; el hijo cumpliendo el encargo de su padre y, sin advertirlo, consiguiendo la esposa que le estaba destinada. Al final –perdóname por destripártelo– cura de la ceguera a su progenitor y es la alegría de la madre, que a punto estuvo de sucumbir de añoranza. Todo el viaje le acompañó el ángel Rafael, que no sabemos si a los demás no nos está pasando igual. He elegido este relato como muestra, pero ahí está la historia de José, la agonía del profeta Jeremías, el anuncio del viejo Simeón a la madre de Jesús de que una espada le atravesaría el corazón… Y para los amantes de emociones fuertes, ese momento impagable, nada que se le pueda comparar, de cuando los soldados levantan una cruz y se oscurece el cielo. No terminaría de contarte. Es un libro inagotable: empápate.  


2 comentarios:

  1. No creo que todo el mundo tenga un ángel que le guíe, supongo que tendremos que merecerlo, quien lo tenga, una bendita ilusión. Y supongo que siempre existe el Derecho a la redención.

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  2. Javier Rey de Sola30 de enero de 2015, 8:37

    A mí me parece que sí, lo que sucede es que somos tozudos y no le hacemos caso. Bendita paciencia la que tiene que tener él con cada cual. Un saludo.

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