miércoles, 24 de diciembre de 2014

NAVIDAD Y PAGANISMO (A los corderos)

HUMOR ENTRE CASCOTES (CAPRICHO)

Otra vez está aquí la Navidad, con su turrón, sus villancicos, sus músicas, sus luces... y su hortera despilfarro. 
Los que están hasta la picha de estos días, y quién no, deben en rigor tener en cuenta que lo que estomaga no es la conmemoración del Nacimiento del que vino a redimirnos (y que se lo tenía que haber pensado mejor), sino el arrebato consumista cuyo malsano paquete (con perdón) se endosa a la cuenta de la religiosidad sincera que intenta malamente sobrevivir en estos días.
Se supone que la Iglesia le cambió el naipe al hedonismo pagano de la época, imprimiendo en su lugar austeridad y sentimiento. Pero el paganismo se la juró entonces y, como MacArthur cuando tuvo que salir por piernas del Pacífico, dijo: “Volveré”.
En efecto, ha vuelto. Y decidido a tomarse la revancha.
Comenzó ridiculizándose el Misterio, ensañándose los caústicos con las gentes que todavía lo celebraban y en cuyos ritos los humildes encontraban su consuelo. Y prosiguió adulando los sentidos y caricaturizando aquellos enigmáticos presentes del oro, incienso y mirra, que no se sabe (allá doctores) qué pudieron hacer con ellos el Niño con sus padres, aunque no parece que les luciera.
Burla burlando, nos daremos estas fechas atracones homéricos, que me río yo de las hecatombes de los griegos frente a Troya y de los banquetes de sus sucesores los romanos, pues la verdad es que estos pueblos civilizados comían y bebían como los bárbaros de allende sus fronteras que terminaron invadiéndolos. 
En esta columna distinguida nos inclinamos a la borrachera accidental, sin premeditación ni alevosía y menos tomando como pretexto el suceso que rompió la Historia en dos y tantos corazones en añicos. Tampoco somos partidarios de ahitarse más de la cuenta, que a ver quién limpia luego de vomitonas las aceras, ni Soraya ni Rajoy, que están a otras. 
Pero de lo que esta columna es particularmente enemiga es del hipócrita argumento de quienes se zafan con mohín del “ambiente navideño”, parando en turísticos destinos, que no es sino la otra cara de la tortilla y que en realidad huyen de su conciencia, y éstos son más paganos que ninguno, situándose por encima de los mortales que aún se encuentran presos de la “oscura superstición del Niño Dios”.
No sé si queda demostrado que son antitéticos Navidad y consumismo, estando este último imponiéndose por goleada, de donde el hastío (para algunos, peligrosa depresión) que se bordea en estas fiestas.
Y que tampoco vale la coartada de sentar un pobre a tus manteles, como en “Plácido”, el gran film de Berlanga y el inolvidable Cassen, entre otros argumentos porque los tiempos han cambiado y el pobre es uno mismo y uno se sienta si quiere, y si no permanece de pie toda la cena.
Menos dengues y aspavientos, pues, con la Navidad, que ojalá pudiéramos recuperarla en su sentido sin la yedra del asfixiante paganismo. 
Ahí queda el artículo del meapilas, que se tenían ganas y lo único que lamento (falso) es su incorrección política y sintáctica. 



2 comentarios:

  1. ¡Magnífico artículo, Señor Rey!, nada que añadir, ha dicho una Gran Verdad, el hedonismo ha vencido a la más bella Humildad, todo construido para el placer, en definitiva para el aburrimiento más puro, así están las mentes hechas un asco, no saben ni lo que quieren, sí antes nuestros abuelos con mucho menos eran más felices, pero siempre tenían la conversación con el de al lado, con sus enfados y alegrías pero existía la comunicación, ahora la gente no se atreven ni a mirarse a la cara, no sé si la canción del Fary tenía cultura en cierta manera, la canción del Torito...con lo de los botines.


    En fin, Feliz Navidad.

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    1. Feliz Navidad. No se me ocurre nada más.

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