jueves, 9 de octubre de 2014

RECETA PARA DESTRUIR A UNA PERSONA

DIMES Y DIRETES

El motivo es lo de menos, a ti te parece suficiente y basta. Puedes tenerla envidia, manía personal o, simplemente, deseas ocupar su puesto en el trabajo. Herramientas para lograrlo, las de siempre: calumnia, maledicencia, pruebas falsas, y quien dice falsas, traídas por los pelos. El comportamiento sexual de tu víctima, el que tú te inventes, claro, es pilar imprescindible en la  tarea. La puedes acusar de homosexual que no ha salido del armario, de mujeriego, aunque esto segundo da últimamente poco juego, dada la permisividad de costumbres del ambiente. Pero tampoco lo descartes, sobre todo si tu pobre desgraciado es sujeto familiar y de orden. Tacharle de estuprador está muy bien, principalmente si, por oficio o lo que sea, se relaciona con menores. Como maneje dinero ajeno, ya sabes por dónde arremeter. Así, con otras circunstancias, siempre adaptadas a tu víctima, hombre o mujer, no hace falta decirlo. El momento más sensible –mucho cuidado– es cuando tú, en persona, siembras la prístina semilla. Aquí no puedes cometer ningún error; tampoco es factible delegarlo. Un destinatario elegido con descuido se te puede revolver, exigiéndote verosimilitud: quién te ha contado eso, dónde, por qué. Debes buscar unos oídos nada prevenidos, que se embuchen sin parpadear la vil patraña. Muéstrate compungido a esta persona, al tiempo que la exiges discreción e, importantísimo, que no te vaya a mencionar posteriormente. Los anónimos, aunque resultan cómodos, lamento desengañarte si has pensado en ellos, se desaconsejan vivamente. Una vez que la calumnia echa a rodar, te puedes permitir –casi te diría que es imperativo– defender virtuosamente y con la boca pequeña al calumniado. En muy poco tiempo verás los frutos. Suerte y ya me dirás cómo te va. 



4 comentarios:

  1. Muy preocupante cuando le dan por una persona y más si ésta no se lo merece.

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  2. Javier Rey de Sola9 de octubre de 2014, 19:55

    Nadie lo merece.

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    Respuestas
    1. Efectivamente nadie lo merece, Señor Rey, pero si es alguien que encima no lo merece para esa persona es mucho peor.

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  3. Javier Rey de Sola9 de octubre de 2014, 20:27

    Se suele ir a quien menos lo merece, pero que, advertida o inadvertidamente, se ha convertido en obstáculo para el desalmado.

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